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¿Y si el último héroe ya no quiere salvarnos? La despedida incómoda de John Cena


John Cena, el ícono inquebrantable de la W.W.E., acaba de confesar lo que miles de fanáticos han negado durante años.
20 de abril de 2025
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Por: X Mae

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Imagen de Jhon Cena Creada con DallE.


Hubo un tiempo en que los héroes no tenían dudas, ni zonas grises, ni contradicciones. Hulk Hogan decía oraciones y comía vitaminas. “Stone Cold” Steve Austin abría una cerveza y le escupía a la autoridad. The Rock levantaba una ceja y el mundo se detenía.

Y luego vino John Cena.
El tipo con sonrisa de propaganda y músculos que podrían servir de refugio en un huracán. El símbolo limpio, incuestionable, de una era en la que la lucha libre profesional intentaba sobrevivir a su propio exceso. Cena no solo era el bueno, era el bueno. Tan bueno que resultaba irritante. Tan bueno que muchos comenzaron a odiarlo.

Pero ¿qué pasa cuando hasta el último boy scout decide que no quiere seguir fingiendo?


Una despedida con sabor amargo

Slovaquia. Abril. Un set de filmación nevado, a casi 10.000 kilómetros de Las Vegas, y un hombre sentado en su tráiler admite lo que pocos se atreven a decir en voz alta: “Estoy viejo. Ya no puedo hacer esto.”

John Cena, el ícono inquebrantable de la W.W.E., acaba de confesar lo que miles de fanáticos han negado durante años. A sus 48 años, él mismo reconoce que está más cerca de los créditos finales que de cualquier nuevo comienzo. Pero su adiós no viene acompañado de violines ni discursos de gratitud. Viene con una patada a la entrepierna de Cody Rhodes, una traición en cámara lenta a su propio legado.

Sí, John Cena ahora es el villano.
Y no, no es una broma. Es un espejo.


Del gimnasio al cuadrilátero. Del cuadrilátero a Hollywood.

No fue planeado. Casi nunca lo es. Cena no soñaba con fama. Dormía en su Lincoln Continental en el estacionamiento del Gold’s Gym, creyendo que estaba viviendo el sueño americano. No tenía dinero, pero tenía abdominales. No tenía casa, pero tenía propósito.

La lucha libre llegó por accidente. Un reemplazo de emergencia en un show, un rap improvisado en un avión. Cena no fue el elegido. Se convirtió en el elegido porque estaba dispuesto a hacerlo todo. A perderlo todo.

Durante dos décadas, lo hizo: 16 campeonatos mundiales, 650 deseos concedidos con Make-A-Wish (récord absoluto), una entrada musical rapeada por él mismo y suficiente mercancía vendida como para vestir a cada niño en América del Norte con una camiseta neón.

Y mientras el resto de sus contemporáneos desaparecían, se volvían irrelevantes o se convertían en memes, Cena hizo algo más difícil: se volvió universal.


¿Qué se necesita para trascender un cuadrilátero?

The Rock tenía carisma. Steve Austin tenía actitud. Cena tenía… ¿disciplina? ¿Un código? ¿Una especie de pureza molesta?
Quizás.
Pero sobre todo tenía presencia.

En el cine, sorprendió. Primero falló. Luego se rió de sus propios fracasos. Después se reinventó. “Trainwreck”, “Blockers”, “The Suicide Squad”, “Barbie”. Su arma secreta no era el cuerpo de superhéroe, sino la capacidad de burlarse de él. Cena, el imbatible, triunfó cuando aceptó no ser invencible.

James Gunn lo vio “pensar en cámara”. Idris Elba lo llamó “un hombre de misterio”. Tina Fey, Amy Schumer y Judd Apatow apostaron por él cuando ni siquiera él lo hacía. Y así, el último gladiador del entretenimiento se transformó en un actor que siente.


Entonces, ¿por qué ahora el giro oscuro?

Porque los héroes reales se cansan. Porque Cena no quiere ser recordado por una gira de greatest hits. Porque tal vez el bien absoluto no existe.

La W.W.E. tenía dos opciones: terminar su historia con una sonrisa y nostalgia… o dejar que el símbolo se quebrara. Cena eligió lo segundo. No porque sea más fácil, sino porque es más real.

En su despedida, deja de ser el ídolo perfecto. Deja de ser lo que esperábamos de él. Y eso, quizás, es su acto más honesto.


La verdad incómoda sobre los héroes

¿Y si John Cena no quiere ser recordado?
¿Y si nunca lo hizo?

En una entrevista reciente, dijo sin pestañear: “No me importa si alguien me recuerda. Solo quiero que sepan que lo di todo.”
Eso no es una frase hecha. Es una confesión.

Vivimos tiempos en los que nadie quiere envejecer, en los que todo se maquilla, se alarga, se repite hasta el hartazgo. Pero Cena, el último gran crossover de la lucha libre, se atreve a decir lo que pocos dicen: ya no puedo más, y está bien.

No busca redención. No pide aplausos. No necesita tu aprobación. Solo quiere irse sabiendo que fue real, aunque eso implique romper el mito en el proceso.


¿Será este su acto final… o apenas el comienzo de otra historia donde el bueno no siempre gana?

Déjame tu opinión en los comentarios:
¿John Cena nos está dejando… o finalmente nos está diciendo la verdad?


📚 Fuentes confiables y verificables:

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