
En noviembre de 2022, la ONU celebraba una cifra histórica: 8.000 millones de seres humanos habitando el planeta. Un número redondo, fácil de recordar, casi simbólico. Pero, ¿y si te dijera que no solo esa cifra es incorrecta, sino que nos hemos estado equivocando por cientos de millones de personas? Un nuevo estudio científico revela una verdad incómoda, y no, no es solo una cuestión de números.
¿Quién está diciendo la verdad?
Un grupo de investigadores de la Universidad de Aalto en Finlandia acaba de lanzar una bomba: los cálculos sobre la población mundial son profundamente erróneos. Es más, hay millones de personas no registradas. Y no estamos hablando de un pequeño margen de error, sino de un sesgo sistemático que afecta las estimaciones globales. En palabras del demógrafo Jakub Bijak, «calcular la población es una ciencia inexacta». Pero lo inquietante es que estos errores han estado presentes en todos los análisis, y nos han estado guiando sin cuestionarlos. ¿Cómo se explica esto?
¿Qué está pasando?
Para los que se han acostumbrado a ver esas cifras como la verdad absoluta, la explicación es simple: los demógrafos utilizan una serie de datos que, aunque bien intencionados, están fuertemente sesgados. La falta de registros precisos en zonas rurales ha sido un gran agujero negro en estos cálculos. Como señala Josias Láng-Ritter, uno de los responsables del estudio, las poblaciones rurales podrían estar subestimadas entre un 53% y un 84%. Esto no es un error menor; significa que podríamos estar perdiendo entre 1.869 millones y casi 3.000 millones de personas. Sí, has leído bien: casi tres mil millones de personas fuera del conteo. ¿Y qué implica esto para los recursos y las políticas globales?
¿Cuándo comenzó esta gran omisión?
Este problema no es nuevo. Los intentos por revisar los datos siempre han existido, pero hasta ahora se han centrado en áreas urbanas o en países específicos. Los investigadores finlandeses decidieron ir más allá, comparando los datos de 300 proyectos de represas rurales en 35 países, tomando como referencia el desplazamiento de personas que se reubicaron por la construcción de represas. Este análisis mostró que las proyecciones poblacionales de 2010 ya subestimaban gravemente a las personas que vivían en zonas rurales. Y lo peor, a pesar de actualizaciones recientes, el error persiste.
¿Dónde está el problema?
El foco está claro: en las zonas rurales de todo el mundo, que constituyen el 43% de la población mundial. Por supuesto, no todas las regiones están igualmente afectadas. Países como Finlandia tienen registros fiables debido a sus sistemas de recolección digital de datos, pero en muchas naciones de América Latina, África y Asia, los datos son escasos, imprecisos o inexistentes. La cuestión es que la falta de una imagen clara de la población mundial afecta decisiones cruciales, como la distribución de recursos en sectores tan vitales como la salud, la educación, y la infraestructura.
¿Por qué importa todo esto?
Aquí está el quid de la cuestión: la falta de datos precisos podría estar cambiando la forma en que abordamos los problemas más urgentes del mundo. ¿Sabemos realmente cuántos somos, o estamos solo adivinando? Si un tercio de la población rural mundial no está registrada correctamente, las políticas que se basan en estos números podrían estar completamente desajustadas. ¿Cuántos hospitales no existen donde deberían estar? ¿Qué cantidad de alimentos faltan en los lugares más necesitados? ¿Y qué sucede con las decisiones de infraestructura para desastres naturales, como inundaciones y terremotos, que afectan a millones de personas sin que los gobiernos tengan información confiable?
¿Cómo podemos confiar en los números?
Es hora de cuestionarlo todo. Si los científicos están de acuerdo en que el número exacto de habitantes en la Tierra es una incógnita y que las cifras oficiales están basadas en estimaciones, ¿cómo podemos seguir aceptando estas estadísticas sin más? Como Toshiko Kanera, experta en pronósticos demográficos, comenta, los cálculos no son un ejercicio fácil, sino una combinación de experiencia, datos y una cantidad de incertidumbre inherente. Pero ahora, con la evidencia de que hay un error estructural en cómo se cuentan las personas, necesitamos reconsiderar el valor de esos números.
¿Y ahora qué?
Los investigadores proponen que, para una mejor toma de decisiones, necesitamos un cambio radical en la forma en que recolectamos y analizamos los datos. No basta con confiar en los mapas de población globales como si fueran la última palabra. Es necesario que los gobiernos inviertan recursos en obtener información más precisa y que se desarrollen métodos más efectivos para registrar a las poblaciones rurales.
En definitiva, ya no podemos seguir viviendo bajo la ilusión de que sabemos cuántos somos. La cifra de 8.000 millones, por más espectacular que sea, es solo una aproximación a la realidad. Mientras seguimos contando, tal vez estemos ignorando a millones de seres humanos que nunca tuvieron oportunidad de ser contados. Y eso, más que una simple inexactitud, es una gran deuda con la verdad.
¿Y tú, crees en las cifras que te dan?
Autor: X Mae
Fuente: Xataka
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