Te sientes astuto, ¿verdad? Entraste a la configuración de tu teléfono, buscaste esa opción casi escondida y desactivaste el seguimiento de anuncios. Un pequeño acto de rebeldía digital. Crees que has cortado los hilos, que tus paseos por la web son ahora un asunto tuyo y de nadie más. Mientras buscas un nuevo par de zapatillas, lees las noticias o caes en una espiral de videos de gatos, una parte de ti sonríe. Jaque mate, Zuckerberg.

Pero, ¿y si te dijera que el mago simplemente cambió de truco?

Imagina que tu aplicación de Facebook o Instagram, esa que tienes instalada en tu Android, no solo está ahí para que veas las fotos de las vacaciones de tu primo. Imagina que, desde que la instalaste, ha estado escuchando. No tus conversaciones, no, eso sería demasiado burdo. Está escuchando algo mucho más sutil: un susurro [01:31].

La historia es casi una obra de teatro tecnológico. En un lado del escenario, estás tú, navegando por una tienda online cualquiera. Sin que lo sepas, en el código de esa página web hay un pequeño espía, un «píxel de Meta», que te reconoce [01:38]. En el otro lado del escenario, en tu propio bolsillo, tu aplicación de Facebook está con la oreja pegada a una puerta trasera de tu dispositivo llamada «localhost» [00:25]. Normalmente, es una puerta que los desarrolladores usan para que las aplicaciones hablen consigo mismas. Inofensivo.

Pero aquí viene la magia. El espía de la web le envía una nota secreta a tu aplicación a través de esa puerta. La nota dice: «Oye, nuestro amigo está aquí». Y voilà. El truco está hecho [01:50].

Meta ha conectado tu yo «anónimo» del navegador con tu yo «identificado» de la aplicación. Todo lo que haces en esa web ahora está ligado a tu perfil. Saben qué viste, qué te gustó, cuánto tiempo pasaste decidiendo si comprar esas zapatillas. Lo hicieron sin usar las herramientas de seguimiento que tan diligentemente desactivaste. ¿El motivo? El de siempre: enriquecer sus perfiles de marketing para que los anuncios que te muestran sean irresistiblemente precisos [01:57].

Esto se volvió especialmente útil para ellos a partir de 2021, cuando muchos usuarios empezamos a optar por no participar en el rastreo tradicional, haciendo su antiguo método menos fiable [02:14]. Así que, en lugar de respetar la decisión, buscaron una grieta en el sistema. Y la encontraron en la arquitectura de nuestros propios teléfonos.

Lo más revelador de todo este asunto no es la astucia técnica, sino la reacción de la compañía cuando fueron descubiertos. Tan pronto como esta técnica salió a la luz, la eliminaron [02:26]. Como un niño que retira la mano del tarro de galletas justo cuando su madre entra en la cocina. Una acción que grita más fuerte que cualquier comunicado de prensa: sabían que estaban en una zona gris, quizás incluso violando las políticas sobre la recopilación encubierta de datos.

Nos venden una fantasía de control, con botones y opciones de privacidad que nos hacen sentir como capitanes de nuestro barco digital. Pero en la sala de máquinas, la tripulación sigue sus propias órdenes.

La próxima vez que navegues por la web, sintiéndote invisible, pregúntate: ¿quién está realmente escuchando? Y más importante aún: ¿qué se siente al saber que, para cerrar el círculo, tú mismo tuviste que instalar al espía en tu bolsillo?

Fuentes para el que no se fía (y hace bien):

Este post se basa en el análisis técnico detallado en la siguiente investigación, que puedes verificar por ti mismo para que no te quedes solo con mi palabra.

• https://www.youtube.com/watch?v=5wLUqzAI7Jk