¿Y si Banksy no existe? El nuevo graffiti que nos toma por tontos (otra vez)


¿Arte callejero o espejismo mediático? Banksy vuelve a aparecer sin decir dónde, y todos caemos —otra vez— en su juego.
30 de mayo de 2025
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Por: X Mae

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Dicen que apareció de la nada. Un faro pintado con plantilla sobre un muro beige, anodino, como si el cemento grisáceo se hubiera resignado a ser algo más que cemento. Encima, una frase: «I want to be what you saw in me.«

Y claro, el Internet enloqueció.

Las imágenes aparecieron —cómo no— en la cuenta de Instagram de Banksy. El mito, el fantasma, el comodín artístico de la década. El mismo que logra lo que nadie más: generar un terremoto cultural sin revelar ni el código postal. Esta vez, ni siquiera la ubicación del mural. Solo un segundo plano con dos personas paseando a sus perros, una sombra falsa proyectada desde un bolardo y una etiqueta lejana que dice “Yaze”, como para alimentar al monstruo de las teorías.

¿Dónde está esta obra? ¿Marsella? ¿Bristol? ¿Un lote abandonado en Toronto? Ni idea. Pero eso no importa, ¿verdad? Porque en el universo Banksy, el “dónde” es solo otro truco de humo. Como su identidad.


El arte de no decir nada

No se equivoquen: esto no es solo un graffiti. Es una performance mediática de precisión quirúrgica. ¿Una silueta que simula un faro dibujado con la sombra de un objeto urbano? ¿Una frase críptica? Esto no es casualidad. Es un mecanismo narrativo. Es storytelling en aerosol.

Y sin embargo, ¿qué dice realmente? ¿Qué denuncia? ¿A quién interpela?

Porque Banksy nos tenía malacostumbrados: migración, guerra, pobreza, hipocresía social. Pero este faro no ilumina. No alerta. No orienta. Solo está ahí, en un muro indeterminado, queriendo ser lo que alguien creyó ver en él.

¿Será un mensaje sobre cómo idealizamos ídolos vacíos? ¿Una crítica al propio culto Banksy? ¿O simplemente una jugada para alimentar la maquinaria de especulación que, irónicamente, lo convierte en millonario mientras finge desdén por el sistema?


La religión Banksy: creer sin ver

Cada nuevo Banksy es un acto de fe colectiva. Lo seguimos sin saber quién es. Lo interpretamos como si fuera un oráculo. Lo compramos por millones. Y, sobre todo, lo protegemos de la verdad.

Porque si algún día confirmáramos que es Robbie, el tipo educado en colegio privado que creció en un suburbio de clase media —como sugieren investigaciones del Mail on Sunday y grabaciones redescubiertas por la BBC—, ¿perdería su magia? ¿Dejaría de ser el Robin Hood del arte callejero para convertirse en otro publicista con buen manejo del misterio?

Y aún si fuera cierto que es Robert Gunningham o Robert Del Naja (el músico de Massive Attack), o incluso Neil Buchanan de Art Attack (sí, en serio), ¿no es más fácil seguir creyendo que no sabemos nada?


¿Una persona? ¿Un colectivo? ¿Un espejo?

Las conjeturas abundan. Que si se trata de un grupo. Que si Marco The Polo, el grafitero canadiense cuyo tag aparece cerca del mural, está colaborando. Que si los perros en la foto están amaestrados para despistar geolocalizadores.

¿No será que el verdadero proyecto artístico de Banksy somos nosotros?

Nuestra compulsión por buscar significado, por encontrar al héroe rebelde en medio del concreto. Nuestra obsesión por las narrativas confortables de “genio en las sombras” que lucha contra el sistema, mientras el sistema imprime camisetas con su obra y las vende a 40 libras la unidad.


Y mientras tanto… el mundo arde

Mientras jugamos al “¿Dónde está Banksy?”, Gaza sigue bombardeada, los migrantes mueren en el mar, los techos colapsan sobre familias sin nombre. Y sí, quizás eso suena a cliché, pero ¿no es peor usar el arte como cortina de humo para olvidarlo?

Quizás, solo quizás, Banksy ya no es el que incomoda. Es el que entretiene.


¿Y tú qué ves en él?

La frase del mural —“I want to be what you saw in me”— no es solo un anhelo. Es un espejo. No nos dice nada nuevo. Nos pide que proyectemos. Y eso hacemos, con fervor casi religioso.

Pero en un mundo saturado de filtros, verdades a medias y marketing disfrazado de rebeldía, ¿seguimos necesitando ídolos invisibles para creer que algo importa?

¿O es momento de preguntarnos si la verdadera obra maestra de Banksy… es nuestra necesidad de que exista?


Fuentes verificables para los que aún creen en el periodismo:


¿Tú qué crees que busca Banksy con este nuevo mural? ¿Es arte, es ironía, o es puro humo con sello de autor? Te leo en los comentarios.

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