
A las 10:27 de la mañana, James Farthing era el hombre más afortunado de Kentucky. A las 9:46 de la noche, era un número más en el sistema penal del condado de Pinellas, Florida.
Qué rápido se cae desde lo más alto cuando la escalera está hecha de papel moneda.
El tipo, un ciudadano cualquiera de 50 años con nombre de novela policial y rostro común, compró un boleto de 2 dólares. Como quien compra chicles, como quien prueba suerte para matar la rutina. Lo que no sabía era que estaba a punto de asesinarla a golpes. Porque eso fue exactamente lo que sucedió: Apenas 24 horas después de ser anunciado como ganador del premio Powerball más grande en la historia del estado —167,3 millones de dólares— terminó detenido, esposado, y fichado. No por evasión fiscal. No por escándalo financiero. Por violencia. Física. Brutal.
El escenario del desplome: El TradeWinds Resort en St. Pete Beach. Un lugar donde los ricos van a olvidarse de lo que cuesta ser pobre. Farthing no solo golpeó a otro huésped en la cara durante una discusión (¿una mirada de más? ¿una palabra de menos?), sino que cuando un oficial del sheriff del condado intentó intervenir, también terminó pateado. En la cara. No es metáfora. El informe policial lo deja claro: Enrojecimiento e hinchazón. Testimonio de una caída vertical que ni siquiera Hollywood habría guionado con tanto cinismo.
¿Y la novia? Ella no se quedó atrás. Gritaba, insultaba, quería pelear con otros clientes del bar. Declaraciones incoherentes, dice el parte oficial. Conducta desordenada. ¿Qué desorden produce una fortuna que aún no has tenido tiempo de gastar?

Lo más trágico —o irónico, según se mire— es que un día antes, James y su madre, Linda Grizzle, habían dado una rueda de prensa. Una foto familiar perfecta. Ella sonriendo, él con cara de “por fin”. Declararon que usarían el dinero para pagar deudas. «Va a ser un buen Día de la Madre», dijo Linda. ¿Qué madre se imagina que su hijo pasará el día siguiente en una celda, con una bata naranja y sin posibilidad de fianza inmediata?
Los cargos son pesados: Agresión a un agente de la ley (delito grave), más dos cargos menores por agresión y resistencia sin violencia. Legalmente, la montaña rusa apenas comienza. La primera audiencia está programada y los abogados —si es que aún quiere hablar alguno— han guardado un silencio más espeso que el clima en la sala del resort donde comenzó todo.
Y aquí viene la parte incómoda: No perderá ni un centavo del premio. La ley no exige que la decencia acompañe a la fortuna. Los premios de lotería en EE.UU. no se ven afectados por delitos menores, y salvo que la condena sea federal o involucre demandas civiles cuantiosas, Farthing podrá seguir siendo un hombre rico. Solo que ahora también será un hombre con antecedentes.
¿Estamos realmente preparados para manejar un cambio radical de vida?
¿O es que la verdadera lotería es sobrevivir a uno mismo cuando el mundo por fin te dice «sí»?
Fuentes confiables que no gritan, pero hablan claro:
- Infobae: De la gloria a la cárcel: Ganó el premio mayor de la lotería de Kentucky y fue arrestado en menos de 24 horas
- USA Today y NBC News, vía citación en actas judiciales oficiales del condado de Pinellas.
¿Qué harías tú si mañana te volvieras millonario? Y no me digas «viajar», dime: ¿Seguirías siendo tú o descubrirías a alguien que nunca pensaste que habitaba en ti?
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