
Imagina despertar sin el zumbido sutil de la nevera, sin la luz tibia del móvil al cargar, sin Wi-Fi, sin trenes, sin café. Sin respuestas. Ahora imagina que no fuiste solo tú, sino decenas de millones en dos países enteros. ¿Error técnico, sabotaje digital, o ensayo silencioso de algo más grande?
El pasado lunes 28 de abril por la tarde, a plena luz, comenzó la oscuridad.
Madrid, Lisboa, Sevilla, Oporto, y un largo etcétera de ciudades y pueblos de la Península Ibérica quedaron paralizados. No fue una caída breve, no fue un parpadeo del sistema. Fue un colapso prolongado de hasta 18 horas en algunos puntos. Y aunque las luces ya volvieron, lo inquietante es que las explicaciones no han llegado con ellas.
Dos días después del que ya se califica como uno de los peores apagones en Europa en décadas, los gobiernos de España y Portugal siguen de espaldas al gran misterio: No saben por qué pasó. Al menos eso dicen.
Pedro Sánchez —primer ministro español— convocó a su Consejo de Seguridad Nacional y luego al de Ministros en La Moncloa. Horas de reuniones, caras largas y frases vacías para la prensa. La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, apenas dijo: “Estamos recogiendo miles de datos del sistema eléctrico para esclarecer lo ocurrido”.
Miles de datos, cero respuestas.
En Portugal, el primer ministro Luís Montenegro aseguró que el problema se originó por un pico de voltaje en la red española que activó sistemas de seguridad y dejó medio país a oscuras. ¿Un fallo técnico tan severo que tumbó hospitales, supermercados, trenes, redes de emergencia… y que se filtró hasta Francia? Suena menos a accidente y más a señal de advertencia.
¿Fue un ciberataque?
No lo descartan. Aunque Red Eléctrica insiste en que no hay pruebas, un juez ya ha ordenado a la empresa, al CNI y a la policía elaborar informes urgentes en menos de diez días. El Centro Criptológico Nacional está revisando las entrañas digitales del sistema. “Ninguna hipótesis está descartada”, dijo Sánchez, con ese tono que parece pedir calma y gritar preocupación al mismo tiempo.
Y en medio del caos, una pregunta incómoda empezó a flotar:
¿La transición energética acelerada de España la volvió más vulnerable?
Aagesen lo negó rotundamente. Claro. Nadie va a culpar su propia bandera. Pero cuando un modelo eléctrico interconectado y volcado a lo renovable se cae sin previo aviso y necesita que Francia y Marruecos le presten corriente para resucitar, quizá es momento de revisar la letra chica de la revolución verde.
Lo más inquietante no es el apagón, es el silencio posterior.
No hay responsables. No hay hipótesis firmes. No hay cronograma. Solo un comité más, algunas palabras medidas, y la esperanza de que el susto no se repita.
Y mientras tanto, las preguntas siguen encendidas como una alarma sin botón de apagado:
¿Estamos ante una falla, una amenaza, o una advertencia?
Porque cuando el sistema cae sin razón clara y el poder —literal y figurado— se esfuma en segundos, es lícito preguntarse:
¿Quién tiene realmente el interruptor?
🕵️♂️ Fuentes verificables:
The New York Times – “Spain and Portugal Look for Cause of Widespread Blackout”
https://www.nytimes.com/2025/04/30/world/europe/power-outage-spain-portugal-cause.html
¿Tú qué crees? ¿Apagón o cortina de humo? Te leo en los comentarios.
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