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¿Adiós al Gigante o al Espejismo?: La Muerte de Vargas Llosa y las Grietas de un Legado


La noticia corrió como reguero de pólvora, un titular que resonó con la fuerza de un terremoto literario: Mario Vargas Llosa, el Nobel, el gigante de las letras latinoamericanas, había fallecido a los 89 años en su Perú natal. Un final, aparentemente sereno, rodeado de su familia. Pero, ¿se ha
14 de abril de 2025
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La noticia corrió como reguero de pólvora, un titular que resonó con la fuerza de un terremoto literario: Mario Vargas Llosa, el Nobel, el gigante de las letras latinoamericanas, había fallecido a los 89 años en su Perú natal. Un final, aparentemente sereno, rodeado de su familia. Pero, ¿se ha ido realmente un gigante, o más bien la imagen cuidadosamente construida de uno?

Desde aquel muchacho arequipeño que garabateaba obras de teatro hasta el Nobel laureado, la trayectoria de Vargas Llosa fue una narrativa épica, tejida con los hilos de la crítica al autoritarismo, la crudeza del machismo y la efervescencia del Boom latinoamericano. Nos legó más de cincuenta obras, ventanas a un continente convulso, traducidas a lenguas innumerables, donde la violencia y el poder se desnudaban con una prosa tan rica como incisiva. ¿Quién no recuerda la atmósfera opresiva de La ciudad y los perros, nacida de sus propias entrañas en la traumática experiencia del Colegio Militar Leoncio Prado? Aquel lugar, según sus propias palabras de 1990, lo enfrentó a un Perú «violento, lleno de amargura, compuesto de facciones sociales, culturales y raciales en completa oposición». Una visión tan potente que las autoridades de entonces no dudaron en quemar mil ejemplares de su ópera prima. ¿Cuándo, exactamente, un libro se convierte en una amenaza tan palpable?

Luego vino La casa verde, ese universo desértico y selvático donde se entrecruzaban las vidas de prostitutas, misioneros y militares, una muestra temprana de la experimentación narrativa que caracterizaría al Boom. Aquel movimiento, ¿qué fue realmente? ¿Una explosión espontánea de talento o una construcción mediática que catapultó a unos pocos elegidos, entre ellos, el joven Vargas Llosa? Junto a nombres como García Márquez, su amigo y eventual némesis, cuyas diferencias, según confesó el propio Vargas Llosa en 2017, radicaban en visiones opuestas sobre Cuba y Fidel Castro. Aquel famoso puñetazo en un cine mexicano en 1976, ¿fue un simple arrebato o el símbolo de una fractura ideológica que trascendía lo personal?

Es innegable que sus descripciones de las dictaduras, como la de Manuel Odría en Conversación en La Catedral, donde se exponía cómo el poder corrompía las vidas cotidianas, resonaron con fuerza en una Latinoamérica marcada por el autoritarismo. Pero este adalid de la libertad, este crítico implacable del totalitarismo, ¿cómo conciliamos esa imagen con su posterior deriva hacia la derecha política, su candidatura fallida a la presidencia peruana en 1990 bajo una plataforma neoliberal? ¿Por qué ese tránsito desde la simpatía inicial por la izquierda hasta un conservadurismo cada vez más acentuado?

Y la sombra de Uchuraccay. Aquella investigación sobre el brutal asesinato de ocho periodistas en los Andes en 1983, donde la comisión que él presidió respaldó la versión oficial de que fueron los propios campesinos quienes los confundieron con terroristas. Una conclusión que generó una ola de críticas feroces, acusándolo de condescender con el poder en lugar de buscar la verdad. ¿Cómo interpretar esa decisión? ¿Fue un error de juicio, una ingenuidad política o algo más oscuro?

Incluso en sus últimos años, Vargas Llosa no rehuyó la polémica. Sus declaraciones sobre el feminismo como «el enemigo más decidido de la literatura» o sus comentarios sobre el aumento de asesinatos de periodistas en México, atribuyéndolo a la mayor libertad de prensa, generaron indignación y debate. ¿Acaso la libertad de expresión tiene límites cuando se trata de denunciar el poder corrupto, incluso si ese poder lo ejercen quienes antes eran sus aliados ideológicos? ¿Cuál es la responsabilidad de un intelectual de su calibre al emitir juicios sobre temas tan delicados?

Su vida personal tampoco escapó al ojo público, desde su sonado divorcio tras 50 años de matrimonio para iniciar una relación con Isabel Preysler, hasta sus opiniones cada vez más polarizadas. El autor de La fiesta del Chivo, esa cruda radiografía del dictador Trujillo en República Dominicana, ¿cómo deseaba ser recordado? ¿Como el narrador implacable de las tiranías o como el polemista conservador de sus últimos años?

Con su muerte en Lima, ¿se cierra un capítulo glorioso de la literatura latinoamericana, o se abre un espacio para una revisión más crítica y compleja de su legado? Nos deja una obra monumental, sin duda, pero también una serie de interrogantes incómodos sobre el rol del intelectual, la evolución de las ideas y las contradicciones inherentes a la condición humana.

¿Qué parte del legado de Mario Vargas Llosa resonará con las futuras generaciones, y qué aspectos serán objeto de un debate más profundo y quizás, más incómodo?

Fuente: https://www.bbc.com/news/articles/cg41r4kx0lko
Imagen: Getty Images

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