
¿Quién? Apple, la gigante tecnológica conocida por su innovación y diseño.
¿Qué? Los AirPods Max, sus auriculares premium, recibirán una actualización de software en abril que permitirá la reproducción de audio sin pérdida (lossless) y de ultra-baja latencia, pero solo cuando estén conectados con cable.
¿Cuándo? La actualización llegará en abril de 2024.
¿Dónde? En el ecosistema de Apple, afectando a usuarios de AirPods Max con puerto USB-C.
¿Por qué? La decisión refleja una estrategia comercial más que un compromiso con la excelencia en audio.
¿Cómo? A través de una actualización de software que, paradójicamente, requiere que los auriculares inalámbricos estén conectados por cable para ofrecer la máxima calidad de sonido.
¿Con qué consecuencia? Una fragmentación del ecosistema de Apple y una pérdida de coherencia en su oferta de productos.
Imagina que compras un coche de lujo, prometido como la última palabra en tecnología y comodidad. Ahora, imagina que para disfrutar de su máxima potencia, debes remolcarlo con una cuerda. Suena absurdo, ¿verdad? Pues bien, eso es lo que está pasando con los AirPods Max de Apple.
Apple, la empresa que una vez se caracterizó por su obsesión por los detalles y la coherencia, ha anunciado que los AirPods Max con puerto USB-C recibirán una actualización de software en abril. Esta actualización permitirá la reproducción de audio sin pérdida (lossless) y de ultra-baja latencia, una característica muy esperada desde que Apple Music introdujo el audio sin pérdida en 2021.
Pero aquí viene la trampa: para disfrutar de esta máxima calidad de sonido, los auriculares inalámbricos de 579 euros (originalmente 629) deben estar conectados con cable. Sí, has leído bien. Unos auriculares inalámbricos que necesitan un cable para ofrecer su mejor rendimiento.
La ironía es palpable. Los AirPods Max nacieron en 2020 con la promesa de «sonido de alta fidelidad». Sin embargo, cuando Apple lanzó el audio sin pérdida en Apple Music apenas cinco meses después, estos auriculares premium se quedaron sin poder reproducirlo. Ni siquiera por cable, porque la decisión de introducir Lightning en lugar de USB-C o un jack de 3.5 mm lo impedía.
Cuatro años y un cambio de puerto después, por fin llega esta capacidad, pero con un asterisco gigante que cambia la naturaleza del producto: debes renunciar a la libertad inalámbrica, precisamente la característica principal por la que los clientes están dispuestos a pagar ese precio.
Este movimiento dice mucho sobre la Apple actual. La empresa que una vez se caracterizó por su obsesión por los detalles y la coherencia ahora se deja fragmentar en divisiones con prioridades desconectadas. El puerto USB-C permite una transferencia completamente digital, eliminando el problema técnico del Lightning. Pero esta solución, aunque técnicamente correcta, llega tarde y de forma fragmentada. ¿Por qué no incluir esta capacidad desde el lanzamiento de la versión USB-C? ¿Por qué anunciarla ahora, meses después?
Apple ha creado incluso su propio protocolo inalámbrico para audio sin pérdida con las Vision Pro. ¿Por qué no expandirlo a iPhone y Mac? La respuesta probablemente tiene más que ver con calendarios de producto y asignación de recursos que con limitaciones puramente tecnológicas.
Las decisiones de Apple sobre audio de alta calidad reflejan una estrategia comercial más que un compromiso absoluto con la excelencia. El audio sin pérdida en Apple Music fue principalmente una respuesta competitiva a servicios rivales, no una cruzada por la calidad de audio. Si fuera lo segundo, habría planificado desde el principio una solución real para sus dispositivos premium, en lugar de ir añadiendo parches a lo largo de los años.
Mientras tanto, la fragmentación del ecosistema crece: los AirPods Pro 2 ofrecen audio sin pérdida, pero solo con las Vision Pro. Los AirPods Max ahora lo harán, pero solo con cable y solo la versión USB-C. La consistencia de la experiencia, el «it just works» que definió a Apple durante años, se desvanece. Quizás es una consecuencia del crecimiento de su catálogo, que ha pasado del minimalismo al maximalismo calculado. A veces, quizás, maximalismo inconsistente.
Apple está reposicionando sutilmente a los AirPods Max con este anuncio. En su comunicado de prensa destacan «mejoras significativas para compositores, productores y mezcladores», con enfoque en workflows de Logic Pro. Este nuevo enfoque hacia profesionales del audio nos deja intuir un cambio estratégico: el segmento de consumidor premium no ha respondido como esperaban. Necesitan diferenciarse de competidores que ofrecen características similares a menor precio. Buscan un nicho donde el precio elevado sea más justificable.
La gran pregunta es: ¿Es esta fragmentación simplemente el coste inevitable del crecimiento de la empresa y del catálogo, o refleja un problema más profundo? La Apple de Steve Jobs fabricaba menos productos, pero cada uno contaba una historia clara y ocupaba un lugar específico en un ecosistema perfectamente integrado. La Apple de Tim Cook ha multiplicado su catálogo de productos y servicios, pero a costa de cierta coherencia.
El resultado: usuarios que necesitan investigar meticulosamente qué generación de qué producto es compatible con qué funcionalidad. Un escenario que contradice la promesa de simplicidad que definió a Apple.
Apple está adoptando cada vez más una filosofía de «suficientemente bueno ahora, mejor después». Los productos se lanzan con características incompletas que se añaden luego mediante actualizaciones. Este enfoque puede funcionar bien para software, pero resulta frustrante cuando afecta a hardware premium que los usuarios no solemos reemplazar con frecuencia.
Para propietarios actuales de AirPods Max con USB-C, esta actualización es una mejora tardía pero bienvenida. Para quienes tienen la versión Lightning (a la venta hasta hace siete meses) es otro recordatorio de que Apple puede dejar atrás productos relativamente recientes sin demasiados reparos. Y para potenciales compradores, es una señal para esperar a una versión futura con mejores capacidades inalámbricas.
Lo irónico es que, tras eliminar el jack de 3.5mm del iPhone argumentando que el futuro era inalámbrico, Apple ahora nos recuerda que para la mejor calidad de audio necesitamos… volver a los cables. Concretamente a uno de cuarenta y cinco euros.
El círculo se cierra, pero no precisamente de la forma más elegante.
Autor: X Mae
Fuente: Xataka
Imagen destacada: Apple
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