
La historia es vieja como el azúcar en el Caribe: una isla, una bebida y una identidad en juego. El ron, ese elixir destilado de caña y rebelión, ha sido por siglos el espíritu embotellado de Jamaica. Pero ahora, una pregunta incómoda divide a la isla: ¿qué hace que un ron sea realmente jamaicano?
La respuesta parece obvia. “Fácil,” diría cualquiera, “el ron jamaicano se hace en Jamaica”. Pero no tan rápido. Algunos de los productores más grandes llevan años exportando su ron a granel para ser envejecido fuera de la isla, una práctica histórica que ahora se encuentra bajo ataque.
En octubre del año pasado, la Oficina de Propiedad Intelectual de Jamaica (JIPO) endureció las reglas sobre la indicación geográfica (GI) de su ron, prohibiendo que se envejezca fuera del país. La medida fue impulsada por la Spirits Pool Association (SPA), un gremio que representa a las seis destilerías locales más importantes: Appleton, Clarendon, Hampden Estate, Long Pond, New Yarmouth y Worthy Park. Su argumento es sólido: proteger la autenticidad del ron y reforzar su prestigio en mercados clave como la UE y EE.UU.
Pero no todos levantan la copa para brindar. National Rums of Jamaica (NRJ), que controla Long Pond y el 73% de Clarendon, está furioso. Y aquí viene la ironía: NRJ es, en parte, propiedad del gobierno de Jamaica, pero también de Demerara Distillers de Guyana y la West Indies Rum Distillery de Barbados, esta última adquirida en 2017 por la francesa Maison Ferrand.
¿El problema? La estrategia de Maison Ferrand depende de exportar el ron jamaicano en crudo para envejecerlo fuera de la isla, algo que ahora la nueva ley prohibe. Según ellos, un ron que nació en Jamaica sigue siendo jamaicano, así se envejezca en Francia, Londres o Marte. Para el SPA, eso es un insulto a la tradición.
Detrás del conflicto no solo está el sabor del ron, sino el del dinero. La protección geográfica no es solo un sello de calidad; es una herramienta de mercado poderosa. Un producto con indicación de origen puede venderse hasta 2.7 veces más caro que uno sin protección. Y no olvidemos lo que el envejecimiento local significa para Jamaica: empleos, turismo y una industria que sigue derramando riqueza en la isla en lugar de en barriles de ultramar.
Este debate no es exclusivo de Jamaica. En Barbados, la pelea por definir su propia indicación geográfica también ha encendido los ánimos. Y, otra vez, la francesa Maison Ferrand está en medio de la tormenta.
El fondo de la cuestión es uno que resuena más allá del Caribe: ¿quién decide qué es auténtico? ¿Las tradiciones de quienes han producido el ron por generaciones, o los intereses de una empresa extranjera con una visión más globalizada?
El SPA es tajante: “Si realmente crees en el ron jamaicano, envejecelo en Jamaica”. La otra parte replica: “Jamaica siempre ha exportado ron para envejecerlo afuera”. Mientras tanto, el tiempo sigue corriendo y la decisión final está por tomarse.
Cuando destapes tu próximo ron jamaicano, piénsalo bien: ¿estás bebiendo historia o solo una etiqueta vacía? La respuesta está en el vaso. O quizá no.
Autor: X Mae
Fuente: BBC
Imagen destacada: Aurélien Pottier – Adobe Stock
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