El hombre de 95 años que desafía la velocidad


Piénsalo bien: ¿cuántas veces has dicho «soy demasiado viejo para esto»? ¿Cuántas veces te has rendido antes de siquiera intentarlo? Mientras lees esto, un hombre de 95 años en Japón, con las piernas arqueadas y la espalda encorvada por el tiempo, sigue cruzando la meta en una pista de hielo.
16 de marzo de 2025
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Piénsalo bien: ¿cuántas veces has dicho «soy demasiado viejo para esto»? ¿Cuántas veces te has rendido antes de siquiera intentarlo? Mientras lees esto, un hombre de 95 años en Japón, con las piernas arqueadas y la espalda encorvada por el tiempo, sigue cruzando la meta en una pista de hielo. No rápido, pero imparable.

Iichi Marumo no es solo el patinador de velocidad competitivo más viejo del mundo. Es la prueba viviente de que las categorías son inventos humanos, de que las líneas que trazamos entre «jóvenes» y «viejos», «capaces» e «incapaces», «posible» e «imposible», son tan frágiles como el hielo sobre el que patina.

Cuando compitió en su primera carrera internacional en Moscú, tenía 88 años. Se movía al ritmo de un trote ligero, y terminó tres veces después que los demás corredores. Pero también era tres veces mayor que ellos. Y eso no impidió que ganara la medalla de plata. Desde entonces, solo ha ganado oro. Hoy, con 95 años, tiene una categoría creada exclusivamente para él: «95 y más». Su nombre es el único en la lista.

¿Su secreto? No tiene. No sigue un entrenamiento extenuante ni una dieta mágica. Su filosofía es simple: «No exagerar». Patinar le basta. Y cuando una tormenta de nieve lo hizo caer en su última carrera, no se rindió. No pidió ayuda. Se arrastró hasta la meta.

La vida ya le había dado una segunda oportunidad. A los 15 años, se ofreció como voluntario para una misión kamikaze. Estaba listo para morir. Pero la guerra terminó antes de que pudiera despegar. Sobrevivió. Y desde entonces, ha dedicado cada minuto a hacer lo que ama, sin importar la edad, sin importar lo que otros digan.

Mientras el mundo le impone límites, él sigue creando nuevas categorías. Mientras la sociedad decide que «a cierta edad» se deja de correr, de aprender, de atreverse, él sigue deslizándose, con su sonrisa traviesa y sus piernas que ya no necesitan velocidad para demostrar que la verdadera competencia no es con otros, sino con la idea absurda de que el tiempo nos vuelve irrelevantes.

La próxima vez que digas «ya es tarde para mí», recuerda a Iichi Marumo. Y pregúntate: ¿Es la edad la que te frena o solo tus excusas?

Autor: X Mae
Fuente: NYT
Imagen destacada: NYT

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