Scarlett Johansson ha dicho «no». No a la presión. No a la corriente. No a Instagram. Y en un mundo donde la relevancia parece medirse en likes y seguidores, su negativa resuena como un grito de resistencia en un desierto digital.
La historia es simple, pero reveladora. Universal Pictures le pidió que abriera una cuenta en Instagram para promocionar Jurassic World: Rebirth. La actriz de 40 años recibió el ya clásico correo corporativo disfrazado de sugerencia: «Oye, ¿considerarías unirte a Instagram junto con el lanzamiento de la película?». Y, a diferencia de la mayoría de sus colegas, que acatan sin chistar, ella lo pensó, lo debatió en terapia y llegó a la misma conclusión de siempre: no es para mí.
Aquí es donde la historia se vuelve incómoda, porque nos enfrenta a una verdad que no queremos admitir: las redes sociales ya no son una elección. Son una imposición disfrazada de oportunidad. Un contrato invisible que firmamos con la promesa de visibilidad a cambio de nuestra privacidad, nuestra paz mental y, muchas veces, nuestra autenticidad.
Johansson no es ingenua. Sabe que su decisión no es la norma y que su rechazo la coloca en una posición inusual en la industria del entretenimiento. A pesar de su ausencia en redes, su nombre sigue brillando en Hollywood. Pero, ¿podemos decir lo mismo del común de los mortales?
Las redes han dejado de ser un espacio opcional. Para muchos, son la condición de existencia profesional, social e incluso emocional. Si no estás en línea, ¿existes? Si no compartes, ¿importas? La presión que enfrentó Scarlett Johansson no es exclusiva del cine: es la misma que siente un joven buscando trabajo, una emprendedora intentando vender su producto o un artista que necesita hacerse un nombre. La relevancia se mide en algoritmos y la autenticidad se rinde ante la conveniencia.
Y aquí estamos. Riéndonos con Scarlett cuando cuenta que pasó 20 minutos viendo la vida de un desconocido en Instagram antes de eliminar su cuenta. «Soy demasiado frágil para esto», admite. Pero, ¿u00bfy nosotros? ¿Somos lo suficientemente fuertes para soportarlo, o simplemente nos rendimos sin cuestionarlo?
Tal vez la verdadera pregunta no es por qué Scarlett Johansson rechaza las redes, sino por qué nosotros no lo hacemos.
Autor: X Mae
Fuente: Infobae
Foto destacada: REUTERS/Mario Anzuoni.