En un mundo donde la inteligencia artificial lo abarca todo, desde nuestras conversaciones hasta las decisiones de gobiernos y empresas, hay una pregunta que pocos se atreven a hacer: ¿quién protege estos sistemas de un colapso catastrófico?
La respuesta no viene de Silicon Valley ni de los titanes de la tecnología que dominan las portadas. Viene de tres mujeres que decidieron desafiar las reglas de un sector que históricamente las ha ignorado. Alex Zenla, Emily Long y Ariadne Conill son las fundadoras de Edera, una startup que promete revolucionar la seguridad en la nube y, con ello, blindar los cimientos de la IA.
Zenla, una prodigiosa ingeniera de seguridad que comenzó en el mundo de la tecnología antes de la adolescencia, se dio cuenta hace una década de un problema aterrador: la infraestructura de seguridad tradicional no estaba preparada para proteger los dispositivos conectados a la red. En ese entonces, el problema se limitaba a cámaras, sensores y gadgets del Internet de las Cosas. Hoy, esa misma vulnerabilidad amenaza a los sistemas de inteligencia artificial, donde GPUs compartidas pueden ser explotadas con facilidad para acceder a información crítica.
Edera ha desarrollado una tecnología de aislamiento en la nube que cambia las reglas del juego. Su innovación permite que cada aplicación y proceso corra en su propio espacio seguro, eliminando los riesgos de accesos no autorizados. Este no es un problema menor: mientras los gigantes de la tecnología optimizan potencia y eficiencia, la seguridad ha sido relegada a un segundo plano. Y las consecuencias podrían ser devastadoras.
Pero aquí viene el verdadero problema. En un sector dominado por hombres, conseguir financiamiento para una startup liderada por mujeres sigue siendo una odisea. Pese a las dificultades, Edera aseguró recientemente una ronda de inversión Serie A de 15 millones de dólares liderada por Microsoft. Un logro en sí mismo, pero también un testimonio de cómo la industria sigue operando bajo reglas injustas. Las mujeres fundadoras reciben una fracción del capital que fluye sin esfuerzo hacia sus homólogos masculinos. Y no hablemos de lo que significa ser una mujer trans en este ecosistema.
“No podemos ignorar que somos una minoría en esta industria y que muchas de las fuerzas que nos rodean no nos están levantando, sino aplastando”, dice Emily Long, CEO de Edera.
El problema de seguridad en la IA es real, urgente y complejo. Pero más allá de la tecnología, hay otra lucha en juego: la de quienes se atreven a desafiar un sistema que nunca pensó en ellas. Zenla, Long y Conill están demostrando que la seguridad del futuro no vendrá de las mismas mentes que ignoraron el problema durante décadas. Y eso, para algunos, es mucho más aterrador que un ataque a la nube.
Autor: X Mae
Fuente: Wired