Cuando la ciencia se convierte en víctima del poder
En un rincón discreto de Maryland, en los pasillos de un edificio sin pretensiones, laten los cimientos invisibles de la modernidad. A simple vista, el National Institute of Standards and Technology (NIST) podría parecer un enclave burocrático más, pero en realidad es el guardián de los estándares que mantienen en marcha desde los mercados bursátiles hasta la investigación en inteligencia artificial. Ahora, su propia existencia pende de un hilo.
La administración Trump, con su flamante Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), ha puesto en marcha una purga que podría borrar de un plumazo a cientos de empleados de NIST. La razón oficial: recortes presupuestarios. La razón real: reconfigurar el papel de la ciencia en favor de una agenda política que no encuentra utilidad en la regulación ni en el conocimiento técnico imparcial.
¿Qué significa despedir a los arquitectos de la seguridad?
La noticia estalló entre murmullos y rumores: funcionarios de DOGE fueron vistos dentro del Edificio 225, epicentro del Laboratorio de Tecnología de la Información de NIST. Luego, un comunicado tibio aseguró que no había personal externo en el campus… pero que se les estaba preparando espacio de oficina y acceso a tecnología. Un eufemismo burocrático para lo que podría ser un golpe letal al corazón del instituto.
El impacto inmediato se traduce en el despido de al menos 500 empleados, muchos de ellos aún en período de prueba, lo que facilita su remoción. Entre ellos, líderes técnicos de gran prestigio, como directores de laboratorio ascendidos en el último año.
Pero la preocupación va más allá de los puestos de trabajo: una de las primeras víctimas podría ser el Instituto de Seguridad en Inteligencia Artificial (AISI), creado tras la orden ejecutiva de Joe Biden para garantizar el desarrollo responsable de la IA. La orden fue revocada por Trump, quien la consideró un «obstáculo» para el liderazgo estadounidense en el sector. El resultado: la fuga de cerebros es inminente. Su directora, Elizabeth Kelly, ya se ha marchado, junto con otros expertos clave en evaluación de riesgos y ética en IA.
¿Eficiencia o saqueo?
Los despidos masivos han despertado la ira de la comunidad científica y política. Jake Auchincloss, congresista demócrata, lo comparó con «recoger centavos frente a la bóveda de un banco». NIST, con un presupuesto de 1.500 millones de dólares (apenas el 0.02% del gasto federal), parece un objetivo demasiado pequeño para justificar una «restructuración». Entonces, ¿qué se busca realmente?
Algunos ven un patrón más oscuro: DOGE ha irrumpido en varias agencias gubernamentales, obteniendo acceso a sistemas sensibles y promoviendo la inteligencia artificial como herramienta de «productividad», mientras los expertos en regulación y ética son empujados a la salida. El Instituto de Seguridad en IA, que trabajaba con OpenAI y Anthropic para entender y controlar los riesgos de los modelos de lenguaje avanzados, podría ser desmantelado en favor de una visión que prioriza la «oportunidad» sobre la seguridad, según declaraciones recientes del vicepresidente JD Vance.
¿Ciencia para el país o para la elite tecnológica?
El temor latente es que los despidos sean solo la primera fase de un plan más ambicioso. La participación de Elon Musk en esta historia no es casualidad: su empresa de IA, xAI, es rival de OpenAI y otras compañías que han colaborado con NIST. Mientras tanto, Michael Kratsios, exdirector de tecnología de Trump y reciente ejecutivo de Scale AI, ha conseguido que su empresa sea la primera «evaluadora aprobada» de modelos de IA para el gobierno.
¿Coincidencia o toma de poder? La lógica indica que, sin un ente regulador como NIST funcionando a pleno, las reglas de la IA podrían ser escritas por aquellos que buscan maximizar ganancias sin preocuparse demasiado por la seguridad y la equidad.
El tiempo se agota
NIST nació en 1901 para establecer estándares científicos y tecnológicos que han sostenido a EE.UU. como potencia mundial. Sus relojes atómicos regulan la economía global, sus investigaciones protegen desde la infraestructura hasta la privacidad digital. Pero si los despidos continúan, si el conocimiento es reemplazado por la conveniencia política, podríamos estar ante un retroceso histórico.
El reloj sigue corriendo, pero no sabemos si es una cuenta regresiva o una oportunidad para despertar.
Autor: X Mae
Fuente: Wired
Imagen: FIickr