La muerte de Liam Payne no fue un accidente. Fue una cadena de decisiones, de omisiones, de privilegios que operaron en la oscuridad de un hotel de lujo en Buenos Aires. Sin embargo, la Justicia argentina decidió cerrar el caso. Rogelio Nores, el empresario argentino señalado como responsable, fue sobreseído junto con los gerentes del CasaSur. No hay culpables. Solo un hombre muerto y una familia rota.
Una historia de poder, negligencia e indiferencia
El 16 de octubre, Liam Payne cayó del balcón de su habitación en el tercer piso del hotel CasaSur. Lo que en un principio parecía un trágico accidente fue desnudado por la investigación: una noche de excesos, drogas, alcohol y antidepresivos que desembocó en una crisis de salud mental. Pero aquí no se trata solo de Payne. Se trata de quienes lo rodeaban, de quienes tenían poder de decisión, de quienes miraron hacia otro lado mientras su vida pendía de un hilo.
Los fiscales vieron un patrón claro: Nores no era un simple amigo. Era quien manejaba sus gastos, quien lo acompañó a Argentina tras un intento de desintoxicación, quien tenía el control de su estadía. Nores sabía. Los gerentes del hotel también sabían. Pero nada fue suficiente para evitar la tragedia. Cuando alertaron al 911, cuando reconocieron el peligro de dejarlo solo en una habitación con balcón, la decisión fue enviarlo de vuelta allí. Minutos después, Liam Payne ya no estaba vivo.
El fallo que lo borra todo
Los jueces Julio Lucini y Hernán López decidieron que Nores no tenía ninguna obligación de proteger a Payne. Que los gerentes del hotel tampoco. Que la culpa, en última instancia, fue de Payne y de su destino. «La formación de esta causa no afecta el buen nombre y honor de que hubieran gozado”, escribieron en su fallo, como si la reputación de los vivos pesara más que la verdad de los muertos.
Curiosamente, mientras Nores y los gerentes del hotel caminan libres, hay dos nombres que sí siguen en prisión: Braian Nahuel Paiz y Ezequiel Pereyra, el camarero y el trabajador del hotel que presuntamente le vendieron cocaína a Payne. Es decir, la culpa recae sobre los eslabones más débiles de la cadena. El empresario millonario y los gerentes de un hotel de lujo quedan impolutos; los trabajadores, tras las rejas. No hace falta ser un genio para entender el mensaje.
¿Justicia o espectáculo?
El caso de Liam Payne no es solo el drama de una estrella caída. Es una historia que nos obliga a preguntarnos qué significa la justicia cuando los poderosos siempre encuentran una salida. Si Nores no tenía responsabilidad, ¿entonces quién la tenía? Si Payne estaba en una crisis de salud mental, ¿por qué nadie lo protegió? Si había tantas señales de alerta, ¿por qué nadie actuó?
Mientras la familia de Payne aún espera respuestas, la Justicia argentina ya ha decidido pasar la página. Pero aquí la pregunta clave no es si Rogelio Nores era legalmente responsable. La pregunta es si alguna vez lo fue moralmente. Y esa, al parecer, es una respuesta que ni los jueces ni los abogados quieren enfrentar.
Autor: X Mae
Fuente: Infobae