Tierra de fe: ¿El último baño purificador o un ritual para las masas?

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En las heladas aguas donde se entrelazan el Ganges, el Yamuna y el mítico Saraswati, un espectáculo de fe toma vida cada doce años. Esta semana, en Prayagraj, India, más de 15 millones de peregrinos se sumergieron en lo que llaman «las aguas de la salvación». El Maha Kumbh, la mayor congregación religiosa del planeta, apenas comienza. En las próximas semanas, 400 millones de almas caminarán, rezarán y se bañarán, buscando algo que no puede tocarse pero que está en el corazón de cada bañista: la redención.

¿Por qué tantas personas desafían el frío y las aglomeraciones para sumergirse en ríos contaminados? La respuesta, dicen, está en las estrellas. Cada doce años, el sol, la luna y Júpiter se alinean de forma especial, marcando un momento propicio para lavar los pecados y romper el ciclo del renacimiento. ¿Es esta fe ciega o un acto de profundo simbolismo espiritual?

Veamos a Venkatesh Ramaling, un especialista en tecnología de Pune, quien viajó cientos de kilómetros para estar aquí. «Ver a estas personas sumergirse en aguas tan frías me inspira», dice. «Después de mi baño, siento una energía positiva». Pero, ¿es real esta energía o el eco de una sugestión colectiva que se ha transmitido por generaciones?

La historia del Maha Kumbh se remonta a la lucha entre dioses y demonios por el ámbar sagrado, un cántaro que contenía el elixir de la inmortalidad. Cuentan que unas gotas cayeron en cuatro lugares de la India, incluyendo Prayagraj, haciendo de éstos sitios de peregrinaje eterno. Pero hoy, en pleno 2025, el festival no sólo es espiritual; también es político y económico. Con una inversión de más de 765 millones de dólares, un gobierno intenta mostrar poder, orden y devoción.

En el otro extremo del espectro está Stephen Barker, un artista de Nueva York que observa desde fuera. «Es fascinante ver a millones unirse con un propósito. Es una culminación de búsquedas espirituales», reflexiona. Sin embargo, también se pregunta: ¿Qué queda después del festival? Las aguas siguen sucias, los pecados probablemente intactos, pero el corazón humano satisfecho, aunque sea temporalmente.

Con 50,000 efectivos de seguridad, 150,000 sanitarios y 3,000 cocinas instaladas, el Maha Kumbh se asemeja más a una ciudad temporal que a un espacio puramente místico. Pero en ese caos ordenado también hay tragedias. Los gritos de seguridad buscan prevenir estampidas que han cobrado vidas en el pasado. Los rezos, mientras tanto, intentan acallar el miedo. ¿Están realmente a salvo los peregrinos o simplemente han cambiado el peligro físico por el consuelo espiritual?

Finalmente, está la figura enigmática de los Naga Sadhus: hombres desnudos, cubiertos de cenizas, portadores de tridentes y promesas de liberación. Para ellos, el baño no es solo simbólico, sino un deber. «Somos los soldados de nuestra fe», declara Sri Digambar Ishwargiri, uno de estos ascetas. Pero, ¿es la fe suficiente para sostener a una nación en un mundo que exige cada vez más razones lógicas y menos mágicas?

El Maha Kumbh es mucho más que un baño. Es un espejo que refleja lo mejor y lo peor de la humanidad: la capacidad de creer, de unirse, de sacrificar. Pero también cuestiona: ¿Dónde termina la fe y comienza el autoengaño? En una era donde el agua se privatiza, la espiritualidad se comercializa y los gobiernos usan la religión como herramienta, ¿a qué nos estamos sumergiendo realmente?

Quizá la pregunta no es si el Maha Kumbh es relevante, sino si nosotros estamos listos para entenderlo.

Autor: XMae
Fuente: Newser
Foto: MFT

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