El estruendo del silencio: Cuando el bienestar colectivo le gana la batalla a la pirotecnia (en San José)

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Imaginen la escena: una noche de diciembre, el cielo iluminado por explosiones de luz y color, el estruendo resonando en cada rincón de la ciudad. Para muchos, una postal navideña. Para otros, una tortura. Este año, en San José, la balanza se inclinó hacia el silencio, al menos para la pirotecnia más ruidosa.

El Tribunal Contencioso Administrativo (TCA) de Costa Rica declaró sin lugar una de las dos medidas cautelares interpuestas por empresas de pirotecnia contra la Municipalidad de San José (qué pasó). ¿Quiénes? Juegos Pirotécnicos La Trinidad S.A., Pyrotec S.A. y Fuegos Artificiales de Costa Rica O.C.S.A., empresas que buscaban frenar la regulación municipal sobre el uso de pólvora sonora que supere los 85 decibeles.

¿Cuándo ocurrió todo esto? El Concejo Municipal aprobó la política el 29 de octubre de 2024, aunque su entrada en vigencia se pausó para realizar modificaciones. La resolución del TCA se emitió el 11 de diciembre de 2024 (cuándo se toman las decisiones). ¿Dónde? En San José, Costa Rica, el epicentro de esta batalla legal y social (dónde se desarrolla la historia).

¿Por qué regular la pólvora? La respuesta es tan simple como compleja: para proteger la sensibilidad auditiva de personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y el bienestar de los animales. El juez Alexander Fallas Hidalgo, en su resolución, fue claro: el interés colectivo prevalece sobre el interés particular de las empresas (por qué se toma la medida).

La narrativa que se teje alrededor de la pirotecnia es dual. Por un lado, la tradición, la celebración, el espectáculo. Por otro, el sufrimiento silencioso de quienes padecen hipersensibilidad auditiva. Niños con TEA que se ven abrumados por el estruendo, mascotas que sufren ataques de ansiedad, un ruido que perturba la paz de muchos.

Las empresas argumentaron una afectación a su actividad comercial. Sin embargo, el juez recalcó que pueden comercializar sus productos fuera de San José y que no se demostró un nexo causal entre la regulación y una supuesta pérdida económica. Además, se señaló que al no poseer patente municipal en San José, no podían alegar un daño por el incumplimiento de un requisito que no habían cumplido (cómo se defendieron las empresas y la respuesta del juez).

Este caso nos incomoda porque nos obliga a confrontar dos perspectivas opuestas. Nos desafía a cuestionar nuestras propias tradiciones y a considerar el impacto que tienen en los demás. ¿Es válido sacrificar el bienestar de algunos en nombre de la diversión de otros? ¿Hasta qué punto debemos regular las libertades individuales en pos del bien común?

La decisión del TCA no es una prohibición total de la pirotecnia, sino una regulación. Un intento de encontrar un punto de equilibrio entre la celebración y el respeto. Un llamado a la reflexión sobre el ruido que generamos y el impacto que tiene en nuestro entorno.

El síndico del distrito Carmen, Ignacio Cubero, lo resumió con precisión: «Me parece que lo que hace el Tribunal no es poner por encima los intereses económicos de algunas empresas y de una industria, que los derechos humanos y de algunos seres, como por ejemplo, fauna silvestre y animales domésticos».

Este no es solo un caso sobre pólvora. Es un caso sobre la convivencia, sobre la empatía, sobre la búsqueda de un equilibrio en una sociedad cada vez más diversa. Es una historia que nos invita a escuchar, no solo el estruendo de los fuegos artificiales, sino también el silencio de quienes sufren por ellos. Y a preguntarnos: ¿qué tipo de sociedad queremos construir?

Autor: X Mae
Fuente: CRhoy

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