Era una tarde cualquiera, el teléfono vibraba con la cadencia hipnótica de una notificación tras otra. Ayamé Ponder, con sus 3.8 millones de seguidores, estaba a punto de probarse un vestido para la primera gala de premios de TikTok en Reino Unido e Irlanda. Se miró al espejo, ajustó un mechón de cabello y ensayó su discurso: “Pueden poner los ojos en blanco todo lo que quieran, soy una estrella”.
Esa noche, 72 creadores de contenido, con un alcance combinado de más de 101 millones de seguidores, competirían en 12 categorías que iban desde gastronomía hasta ASMR. La ceremonia, celebrada en Londres, no era solo una entrega de premios; era una declaración de intenciones. TikTok, esa plataforma que algunos consideran un lugar para perder el tiempo, estaba levantando un pedestal para sus héroes.
¿Pero quién decide qué es cultura y qué es ruido?
La cultura ha cambiado. Los libros, el cine y la música han compartido su trono con videos de 30 segundos sobre cómo limpiar piscinas, modelar un vestido vintage o explicar un evento histórico en menos de un minuto. Jade Beaty y Ryan Losasso, nominados por sus contenidos de viaje, lo explicaron así: “Un video de medio minuto puede tomar días, incluso semanas de trabajo. Esto no es fácil”.
Tiene sentido, ¿verdad? Reconocer el esfuerzo detrás de los videos suena justo. Pero Andrew Przybylski, psicólogo de la Universidad de Oxford, nos recuerda la otra cara de la moneda: el fenómeno de “brain rot”, o cómo el consumo excesivo de contenido superficial nos está anestesiando lentamente. TikTok no solo inspira, también abotarga.
Un fenómeno global que incomoda
Estos premios son solo uno de los 20 eventos globales planeados por TikTok este año. La plataforma, que cuenta con 175 millones de usuarios activos mensuales en Europa, está moldeando lo que consideramos relevante. Desde la forma en que cocinamos hasta cómo consumimos literatura, su impacto es innegable. Melissa McFarlane, directora de operaciones de TikTok para el Reino Unido, argumenta que los creadores “van más allá de la influencia; su contribución es significativa”.
¿Es realmente así? Mientras unos nos enseñan sobre fósiles o nos ayudan a entender temas científicos, otros nos arrastran a una interminable cadena de “Get Ready With Me” o bromas recicladas. Hay quienes, como Aly Meghani, combinan sus videos de moda con mensajes que rompen estereotipos. Sin embargo, la mayoría no busca más allá de la viralidad.
¿Por qué importa?
Esto no es solo sobre TikTok; es un espejo de lo que valoramos como sociedad. ¿Estamos celebrando la creatividad o la inmediatez? ¿La profundidad o el entretenimiento rápido? Mientras Dictionary.com nombraba “demure” (recatado) como palabra del año, Oxford nos daba otra más cruda: “brain rot”. Dos caras del mismo fenómeno que nos dejan una pregunta incómoda: ¿qué clase de estrellas estamos elevando?
Un premio para la próxima generación o un anzuelo más
Al final de la gala, Ayamé alzó su trofeo. Su discurso fue breve, lleno de gratitud, pero también de un mensaje claro: “Esto no es solo entretenimiento. Esto tiene propósito”. La audiencia aplaudió, mientras en algún rincón del mundo, un adolescente con un teléfono decidió que quería ser como ella.
¿Deberíamos celebrarlo o preocuparnos? En una sociedad que no deja de moverse al ritmo del scroll, tal vez sea hora de detenernos y preguntarnos: ¿a qué le estamos llamando cultura?
Autor: X Mae
Fuente: BBC
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